Una de las preocupaciones que más frecuentemente encontramos entre nuestros clientes a la hora de iniciar un proceso de importación de productos fabricados en China es, sin duda, la calidad. Aun a día de hoy son muchas las personas que, erróneamente, se preocupan por la calidad de los productos chinos, desconociendo – tal vez – que una elevada proporción de los artículos que usamos en nuestro día a día se han fabricado en dicho país.
Como expertos en importaciones podemos asegurar que la asociación de las palabras “China” y “low cost” ya quedó atrás. Además, la Historia nos enseña que no sólo el gigante asiático ha sufrido una etapa comercial asociada a la baja calidad, y vale la pena incidir en ello para hacer entender que los países avanzan y que los prejuicios no pueden permanecer para siempre.
Aunque muchas personas lo desconozcan, a mediados del siglo pasado, Japón, el país que actualmente siempre asociamos con productos de buena calidad, era considerado todo lo contrario. Los productos ‘made in Japan’ de la posguerra eran sinónimo de baja calidad, por extraño que ahora nos parezca.
El fin de la Segunda Guerra Mundial había dejado a Japón en la ruina. Su economía estaba destrozada y el país no contaba con los medios para preparar mano de obra cualificada. La producción del país era, por aquel entonces, limitada y de escasa calidad.
Pero esto empezó a cambiar a mitad de siglo gracias a William Edwards Deming, un estadístico norteamericano profesor de universidad, que estaba especializado en el “control estadístico de los procesos” y la “calidad total”.
En 1950 Deming viajó a Japón y allí habló de sus teorías de la calidad delante de los principales empresarios nipones, muy interesados en cambiar la reputación de los productos japoneses y poder comercializar con el mercado exterior, ayudando así a la reconstrucción económica de su país.
Los consejos y métodos de Deming marcaron un antes y un después, y las empresas empezaron a trabajar con el concepto de “Sistema Integral de Calidad”, lo que influyó considerablemente en el despegue de la economía nipona. El nombre de Deming quedó asociado para siempre al crecimiento japonés; de hecho, allí es conocido como «El padre de la tercera revolución industrial».
China y la calidad de sus productos (actual).
Algo parecido se ha vivido en China, ya que la expansión económica de las últimas décadas del gigante asiático también va estrechamente ligada a la actual calidad de sus productos. El Gobierno chino ha sido en gran parte el encargado de propiciar esta mejora con el objetivo de convertirse en potencia mundial de productos manufacturados.
El proceso no ha sido fácil y, en realidad, hay en marcha diversas iniciativas para reforzar este concepto. Prueba de ello es el Plan Made in China 2025, lanzado en 2016, una estrategia para impulsar y reestructurar su industria fomentando la calidad y eficiencia de su producción con el claro objetivo de convertir a China en la “fábrica del mundo” (una frase que solemos oír a menudo).
El avance de China no acaba aquí. Convertida ya en segunda potencia económica mundial, ya hace algunos años que el gigante asiático se ha puesto la meta de cambiar el “Made in China” por “Designed in China”, una apuesta que pretende demostrar que China es un país innovador, capaz de generar ideas y no solo de imitar o fabricar las de terceros.
¿Importas productos de China y siguen siendo de baja calidad?
Llegados a este punto, es momento de plantearse que si estamos importando productos asiáticos y consideramos que su calidad no es adecuada, el problema no está en el país de origen sino en alguna parte del proceso de importación.
Como podemos ver en nuestro post sobre los principales problemas al importar de China, es muy probable que la causa de la mala calidad de los productos adquiridos se encuentre en alguna de las fases iniciales de la importación, especialmente en una incorrecta selección de proveedores.
No obstante, hay muchos otros problemas – la mayoría de ellos relacionados con la comunicación – que pueden acabar provocando que nuestras compras internacionales sean un fracaso.
Los procesos por los que pasa una importación son muchos y muy diversos y hace falta una experiencia previa no solo para gestionarlos con éxito, sino para poder hacer frente a cualquier contratiempo que surja durante las diferentes etapas de la importación. Por eso la figura de un consultor de compras resulta indispensable.
El agente de compras (o sourcing partner) se encarga de buscar el proveedor adecuado, el mejor precio y las condiciones óptimas para cada detalle de la importación, desde revisar estándares de calidad de los artículos a saber qué procedimientos hay que hacer para importar cada tipo de producto.
En S3 Group llevamos más de 15 años trabajando para que las importaciones sean un proceso sencillo y de confianza para cualquier empresa, independientemente del producto que desee importar. Como diría William Edwards Deming, “la calidad es responsabilidad de todos” y, podemos asegurarte, que los productos de China están a la altura de esta frase.