En los últimos días, varios medios internacionales se han hecho eco de una noticia que ha sorprendido incluso a la comunidad científica: la presa de las Tres Gargantas, la central hidroeléctrica más grande del mundo, no solo genera energía y regula el Yangtsé, sino que también está alterando la rotación de la Tierra. Así lo ha confirmado recientemente la NASA, alertando de que la masa de agua retenida por la presa ha desplazado ligeramente el eje terrestre y alargado el día en 0,06 microsegundos.
Aunque el proyecto se completó hace más de una década, su magnitud y consecuencias siguen dando que hablar. Y es que la presa de las Tres Gargantas no es solo una infraestructura imponente: es un símbolo de la capacidad de China para ejecutar proyectos colosales, con un enfoque técnico, estratégico y de largo plazo.
Dónde está y qué la hace especial
La presa de las Tres Gargantas (Three Gorges Dam) está situada en la garganta de Xiling, cerca de Yichang, en la provincia de Hubei. Se extiende 2.335 metros de largo y alcanza los 185 metros de altura. Su construcción comenzó en 1994 y finalizó oficialmente en 2006, aunque las últimas turbinas no entraron en funcionamiento hasta 2012. Para hacernos una idea de su magnitud: se utilizaron 27 millones de metros cúbicos de hormigón y 463.000 toneladas de acero, suficiente para construir 63 torres Eiffel.
Pero lo que realmente la hace especial es su potencia: cuenta con 34 turbinas (32 de 700 MW y 2 de 50 MW), alcanzando una capacidad instalada total de 22.500 megavatios. Produce más de 100 TWh al año, lo que la convierte en una pieza clave para el abastecimiento eléctrico del país.
Beneficios: energía, control de inundaciones y navegación
La presa fue diseñada con varios objetivos. El primero, generar energía limpia para reducir la dependencia del carbón. El segundo, controlar las devastadoras inundaciones del Yangtsé, que históricamente se producían cada 10 años y que ahora se estiman cada 100. Y el tercero, mejorar la navegación fluvial. Gracias a un sistema de esclusas de cinco niveles y un ascensor de barcos, el transporte hacia el interior del país, incluyendo la ciudad de Chongqing, se ha hecho mucho más eficiente.
Las cifras que lo cambian todo
Con una capacidad de retención de 22 km³, la presa ha transformado el flujo del Yangtsé, permitiendo una gestión mucho más precisa del agua. El embalse resultante tiene 660 km de largo y ha generado nuevas oportunidades en sectores como el transporte, la agricultura y el turismo.
Pero también hay cifras menos amables: más de 1,2 millones de personas fueron reubicadas, y se inundaron 632 km² de superficie, incluyendo pueblos y yacimientos arqueológicos. El impacto ecológico ha sido relevante, con alteraciones en ecosistemas locales y riesgos geológicos asociados al peso del embalse.
Un impacto que llega hasta el espacio
Uno de los datos más curiosos y sorprendentes es que el volumen de agua retenido (unos 40 km³) ha tenido efectos sobre la propia rotación de la Tierra. Según la NASA, el día se ha alargado unos 0,06 microsegundos y el eje terrestre se ha desplazado unos 2 cm. Aunque imperceptible para la vida cotidiana, este fenómeno evidencia hasta qué punto una obra de ingeniería puede modificar el equilibrio natural del planeta.
Lo que podemos aprender desde la importación
Más allá de su impacto energético o ambiental, la presa de las Tres Gargantas es un ejemplo contundente de la manera en que China aborda sus grandes proyectos. No hay improvisación: hay visión, inversión y una ejecución técnica rigurosa.
Esto se traduce también en los procesos de producción industrial y en la capacidad del país para ofrecer productos competitivos a nivel global. Cuando se aplican estándares de calidad exigentes, supervisión adecuada y colaboración con los socios correctos, el resultado es equiparable —en su escala— a los grandes hitos de la ingeniería moderna.
















