El 26 de septiembre de 2025, China inauguró oficialmente el puente del Gran Cañón de Huajiang, en la provincia de Guizhou. La estructura, que se alza 625 metros sobre el río Beipan, ha pasado a ser el puente colgante más alto del planeta y uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de los últimos años.
La obra comenzó en 2020 y ha requerido casi cinco años de construcción. Su longitud total de 2.890 metros y un vano principal de 1.420 metros la convierten en una referencia mundial en ingeniería civil. Más allá de conectar dos montañas, el proyecto busca impulsar el desarrollo económico y turístico de una región históricamente aislada.
Un salto en movilidad: de dos horas a unos minutos
Antes de su apertura, cruzar el cañón del Huajiang suponía más de dos horas de trayecto por carreteras de montaña. Desde septiembre de 2025, el tiempo se reduce a menos de dos minutos, una mejora que transforma la vida de miles de habitantes locales.
Además del tránsito rodado, el puente incorpora ascensores panorámicos, miradores de cristal, pasarelas suspendidas y un restaurante con vistas 360º, con el objetivo de convertirlo también en un atractivo turístico abierto al público desde octubre de 2025.
Ingeniería de récords y retos técnicos
El Puente del Cañón de Huajiang supera al Puente Duge, también en Guizhou, que ostentaba el récord desde 2016 con 565 m de altura. La nueva estructura fue diseñada para soportar cargas de más de 3.000 toneladas y resistir condiciones climáticas extremas, como ráfagas de viento de hasta 200 km/h o actividad sísmica moderada.
Las torres principales, de 262 m y 205 m, se completaron a mediados de 2023, mientras que el tablero de acero se cerró en febrero de 2025. El conjunto se sometió a pruebas dinámicas y de carga en julio de 2025, antes de recibir la certificación final del Ministerio de Transporte chino.
Más que un puente: turismo, identidad y desarrollo regional
El gobierno de Guizhou anunció en septiembre la creación de una zona turística integrada en torno al puente, con una previsión de 1,5 millones de visitantes anuales a partir de 2026. La idea no es solo conectar: es atraer, generar empleo local y situar a Guizhou como un destino de turismo de ingeniería y naturaleza.
Sin embargo, el coste total —2.000 millones de yuanes (unos 240 millones de euros)— ha reabierto el debate sobre el equilibrio entre inversión pública y retorno económico en regiones con ingresos limitados. La clave, según autoridades locales, será mantener el flujo turístico y convertir el puente en un símbolo de identidad y orgullo regional.
Desafíos y perspectivas
El puente de Huajiang no solo une dos montañas, sino que también enlaza el pasado con el futuro de la provincia de Guizhou. Su éxito dependerá de cómo se gestionen los retos asociados a su mantenimiento, la sostenibilidad ambiental y el equilibrio económico. Si logra consolidarse como un destino turístico responsable y una infraestructura clave para la movilidad regional, el proyecto podría convertirse en un modelo replicable en otras zonas montañosas del mundo. Más que una proeza técnica, el puente es hoy un emblema del impulso innovador de China y de su capacidad para convertir la ingeniería en motor de desarrollo.















